ESTADO DE LA DIDÁCTICA DE LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA, EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS DE LA COMUNA 10 DE LA CIUDAD DE NEIVA

Abstract

La Educación Artística en las instituciones educativas tiene entre sus propósitos fomentar en los estudiantes el gusto por las artes visuales, el teatro, la danza y la música para de esta manera contribuir al desarrollo de sus posibilidades expresivas, utilizando los elementos básicos de estos lenguajes artísticos. Desde esta perceptiva, la pedagoga Rocío Polania Farfán afirma en su ensayo, La necesidad del arte en la educación: algunas implicaciones didácticas que “el propósito de la educación artística, es el desarrollo de la sensibilidad estética, el despertar de los procesos creadores y la ampliación de los potenciales personales posibilitando profundizar en el papel del arte como una esencial e irrenunciable forma de conocimiento”,1 A partir de una resignificación de la cotidianidad en el aula, se evidencian elementos y signos que están presentes en los procesos de aprendizajeenseñanza pero que muchas veces, por su obviedad, pasan inadvertidos. Reconocernos como seres que siempre estamos en riesgo de aprender, es un primer paso para constituirnos en seres creativos. Ese reconocimiento permite ampliar nuestra mirada sobre situaciones rutinarias que, al problematizarlas y potenciarlas, se constituyen en nichos de investigación que posibilitan la apropiación del conocimiento a través de la creación. En esa dirección se encuentran distintas tensiones derivadas de mi experiencia como docente en artes, que se plantean de la siguiente manera: ¿en qué lugar, la pulsión y el deseo del sujeto se tornan fundamentales en los currículos que se imparten?, ¿cuándo el profesor deja de “dictar la clase” y se convierte en mediador de las múltiples dimensiones humanas que se condensan en un aula de clase? Preguntas que incitan a revisar la relación entre los contenidos y dinámicas de las clases que estructuran la compleja relación entre arte y educación a pesar de las numerosas diferencias propias de cada campo en particular, dirigida a la formación del hombre. Son muchas las cadenas que las atan en la sociedad, pero también son muchas las dificultades que impiden anudar tal relación. La presencia del arte en la educación favorece la comprensión y expresión de la belleza. Su propósito, por tanto, es el desarrollo de la sensibilidad estética, el despertar de los procesos creadores y la ampliación de los potenciales personales, posibilitando profundizar en el papel del arte como una esencial e irrenunciable forma de conocimiento. Toda obra de arte es portadora de gran cantidad de información codificada no verbalmente. Cada manifestación artística es una cristalización simbólica de la manera en la que se siente, se entiende y se desea expresar las vivencias al compartir, dialogar y hacer consciente quiénes somos y cómo se interactúa en el mundo Las prácticas artísticas que se realizan con un principio de sensatez o conciencia del entorno develan las posibilidades creativas existentes en todos los sujetos. Ampliar los referentes propios y de los otros desde lo sensible es propiamente humano, reconocer en las pequeñas situaciones, en los actos cotidianos, en los ritos ya establecidos, oportunidades para potenciar el encuentro con el otro. Se generan preguntas inexistentes que empiezan a develar el alma del otro, es evidente el cuidado que uno como docente debe tener cuando toca la intimidad del otro.